El toro bravo no es como lo pintó Picasso
Pablo Picasso, el iniciador del cubismo, se dio vuelo recreando al burel en el dibujo, la escultura, la cerámica, la pintura y la poesía; fue tal la belleza de su obra que lo hizo ver, al mismo tiempo, noble pero majestuoso. Vigilante pero divertido: Barroco pero abigarrado. Angelical pero amenazador con esos largos cuernos.
Mitad hombre, mitad toro. Mitad toro, mitad hombre. Al fin, el minotauro fue la fiel esencia del maestro malagueño.
Seis meses le fueron suficientes al gobernador Martín Orozco Sandoval para darse cuenta que bóvido salvaje, de carne y hueso, cabeza gruesa, afilada cornamenta, piel dura, pelo corto, dos orejas y una cola tan larga como la de la mayoría de los gobernantes, es reservón. Huidizo. Con tendencia a las tablas.
Temeroso a la cita con el picador. Pero muy dispuesto a hacer mortales extraños al primer natural o al segundo derechazo.
El reciente miércoles 14 el ejecutivo explotó frente al respetable. Al cubetero. A la banda de música. Al cojinero. A la azorada cuadrilla. Y a los ocupantes del biombo en la monumental de Aguascalientes.
La estocada fue tan directa como categórica, en todo lo alto, al reconocer la ineficiencia de algunos integrantes del gabinete estatal, faltos de presencia, trapío, bravura, casta, temperatura o personalidad.
Los funcionarios que estén tocados por las banderillas del enfado pueden agarrar sus arreos e irse por donde llegaron: “Recuerden que dije seis meses para que podamos hacer un análisis, tengo perfectamente el análisis de todas las dependencias y habrá cambios también de quien no se sienta ya a gusto”, amenazó.
Más adelante, aventó la montera que cayó con los machos besando la arena, para reconocer que ese mafufo espontáneo, llamado gobernante ciudadano, falló, vino a descuadrarle la lidia de la brava res: “No olvidemos que el 60, 70 por ciento del Gabinete es ciudadanizado, no es de partido. Hay quien a veces siente que es fácil un ciudadano sacarlo al servicio público, y ellos mismos se dan cuenta de que no es ‘enchílame otra’”.
Más vale que MOS tome en el burladero de matadores las decisiones indispensables y oportunas, porque de acuerdo a la Evaluación de Gobernadores de junio, elaborada por México Opina para SDPnoticias, está reprobadito.
La evaluación registra el 31.3 por ciento de aprobación —abajo del promedio nacional de 39.5 por ciento—, muy parecida a la de Miguel Ángel Mancera, jefe de gobierno de la Ciudad de México (30.4 por ciento) y a la de Eruviel Ávila, gobernador del Estado de México (31.1 por ciento), pero con la notoria diferencia de que éstos llevan gobernado casi seis y cinco años, respectivamente, en territorios poblados por más de quince millones de habitantes, y el desgaste propiciado por el ejercicio de la función pública incide en la baja por los azarosos tiempos.
Por lo que se refiere a la aprobación, MOS registra 40.0 por ciento, cercano al 42 por ciento de los gobernadores de Michoacán y Tamaulipas, y la del presidente Donald Trump, que según una encuesta realizada por Reuters/Pisos, la cuarta semana del pasado mayo, obtiene el 38 por ciento de beneplácito por su trabajo. La media nacional de aprobación es de 39.5 por ciento.
Este dato significa que entre Trump y los gobernadores mexicanos no hay diferencias, a decir de esta encuesta aplicada a 14,625 aztecas de 17 años o más, residentes en la entidad federativa correspondiente y con acceso a Facebook, en promedio 457 por estado. El margen de error es de +4.6 por ciento. Se levantó del 9 al 13 de junio. Fue elaborada por México Opina. Y publicada por SDPnoticias el jueves 15 de junio de 2017.
MOS escuchará pasos dobles desafinados, desafortunadamente. El futuro pudiera complicarse por factores adversos que están fuera de su control. Las finanzas públicas. La baja del petróleo. El recorte presupuestal de la Federación. Los procesos electorales federal y local a iniciar la primera semana de septiembre y la primera semana de octubre de este año, respectivamente. Y el candidato de Morena presionará los mercados de capital y de dinero.
Durante la madre de todas las corridas taurinas, la lidia del Miura se complica. Gobernar no se vuelve, precisamente, El Arte de Cúchares.
Porque alguien debe de escribirlo: Pues sí, yo tuve un padre a toda madre.
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